martes, 7 de diciembre de 2010

La Inmaculada.


Inmaculada, siglo XVI. Iglesia de Joarilla.

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Imagen más moderna de la Inmaculada, (la Purísima para los vecinos de Joarilla).
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Imagen antigua de un grupo de mujeres jóvenes de Joarilla, pertenecientes a la asociación Hijas de María. Están delante del altar nayor y del retablo , que se cubría con una tela con estrellas con la Purísima en el centro. Se colocaba durante el mes de mayo, el mes de las flores y mes de María. La foto es de la década de 1950.
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A la Virgen María se le tuvo siempre gran devoción en la Iglesia Católica y mucho más desde que en el año 1854 se declaró el dogma de la Inmaculada Concepción de María. Dogma según el cual la Santísima Virgen nació libre de pecado original.
Esta creencia ya existía en la Iglesia con anterioridad, pero no se había llevado a cabo una declaración expresa sobre ello. Incluso se afirma que ya desde el Concilio de Trento (431) se había excluido a María del debate sobre el pecado original. Y, en todo tiempo, escritores y, sobre todo, pintores y escultores, representaron a la Inmaculada en sus obras.
Incluso, tal vez antes de la declaración del dogma, es posible que se utilizase la conocida expresión: Ave María Purísima – Sin pecado concebida, y otras más o menos populares.
Este de la Inmaculada Concepción fue siempre un tema discutido en la Iglesia Católica. Se decía que María había nacido, sin pecado como Jesús, de un beso intercambiado por sus padres Ana y Joaquín en la puerta dorada de Jerusalén, creencia esta que suscitó muchas controversias en la Edad Media y a la que se opusieron muchos autores y personajes famosos, algunos de los cuales fueron después considerados santos.
Desde la declaración de este dogma las imágenes y representaciones de María fueron muchas más y referidas a todos los momentos de su vida: su Natividad e infancia, de joven sin o con embarazo, en la Anunciación, Visitación, Purificación, con el Niño en sus brazos, como Dolorosa, en la Asunción, etc. Y también, como no, a lo que nos estamos refiriendo, como Inmaculada, (Purisima, para muchos).
En Joarilla hay dos imágenes de la Inmaculada, una antigua del siglo XVI, que estuvo durante mucho tiempo en la sacristía y ahora esta colocada en la parte baja del retablo central, y otra más moderna, que llamábamos la Purísima y era la que más se utilizaba, allá por la década de 1950, el día de su fiesta (8 de diciembre) y también durante el mes de mayo, el mes de María y mes de las flores.
Se celebraba una novena que comenzaba el día 30 de noviembre para terminar el día 8. Esos días se oía decir con frecuencia: “ya tocan a la novena de la Purísima” o “vamos a la novena”… En el acto religioso de cada día entre las distintas jaculatorias y oraciones no faltaba el “Bendita sea tu pureza” apropiado para esta conmemoración y que casi todos los presentes sabían y decían de corrido y de memoria:
Bendita sea tu pureza
Y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea
En tan graciosa belleza.
A ti, celestial Princesa,
Virgen sagrada, María,
Te ofrezco desde este día
Alma, vida y corazón;
Mírame con compasión,
No me dejes, Madre mía.
Al finalizar la novena también se entonaba algún cántico mariano, como este que tenía el siguiente estribillo:
¡Oh María,
Madre mía¡
¡Oh consuelo del mortal¡
¡Amparadme
y guiadme
a la patria celestial¡.

En Joarilla, como en casi todos los pueblos, había una agrupación o asociación religiosa de mujeres, denominada Hijas de María, que eran las encargadas de organizar todos los actos que tuvieran que ver con la Purísima, tanto en este día, como en el mes de mayo, que era considerado el mes de María y mes de las flores.
Las Hijas de María, sobre todo en los actos religiosos, se colocaban sobre su hombro derecho, cruzando el pecho, una banda de tela especial, de color azul con la inscripción correspondiente ‘Hijas de María’.
También ayudaban al sacerdote en otros momentos a lo largo del año, pues casi siempre se encargaban ellas de la limpieza de la iglesia y de colocar las flores y otros adornos en los altares e imágenes.

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