viernes, 6 de agosto de 2010

El transformador


A la entrada de Joarilla, viniendo de San Miguel de Montañan, está el transformador, y al fondo se ve la torre mudejar de la iglesia.
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En Joarilla todavía se conserva el transformador, esa pequeña torre cuadrada, de poco más de tres o cuatro metros de altura, que se encuentra a la entrada del pueblo, cuando se viene de San Miguel. A ella llegaba el cableado de energía eléctrica y en su interior estaban los contadores, los plomos y todo aquello que era necesario para controlar y distribuir desde allí dicha energía.
Algunos de estos edificios pueden tener casi 100 años, que son poco más o menos, los que hace que la luz eléctrica comenzó a llegar a ciudades y pueblos, a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, aunque en algunos lugares fuese más tarde. En la actualidad, ya en el siglo XXI, son pocos las localidades que no la tengan.
Fue construido con ladrillo, tejado de uralita y puerta de chapa, con pequeña ventana para ventilación.
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Los transformadores nos llaman la atención por su situación y por su forma de construcción, así como por los materiales empleados en la misma, pues los hay de adobe o tapial y también de ladrillo, como el de Joarilla, e incluso de piedra, en donde ésta era abundante. Con el tejado de uralita, o de teja, a una o dos aguas. Tienen una puerta no muy grande, generalmente de chapa o de madera chapeada con el grabado o dibujo de la muerte, (calavera y huesos) y la inscripción de PELIGRO. No suelen tener ventanas. Tan sólo en la parte alta de la pequeña torre hay una abertura necesaria para introducir los distintos tipos y grosor de los cables. El interior es un espacio abierto en cuyas paredes se colocaba el aparato llamado transformador, que da nombre al edificio y que estaba destinado a transformar una determinada tensión eléctrica alterna en otra tensión distinta, una que llega por la línea y otra que sale para servicio del pueblo y de sus habitantes. Además estaba dentro el contador de la empresa de electricidad y todo lo demás, necesario para prestar un buen servicio. Había también contadores de la luz que gastaba cada uno de los vecinos y de la que gastaba el municipio en sus calles y plazas. El edificio desempeñaba fundamentalmente un servicio público.
Todavía se conservan cables en su interior, a pesar del abandono.
Y también los contadores y demás instrumentos de control.
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De la atención al transformador y a los problemas que en él surgiesen y en toda la línea o tendido eléctrico, en algunos pueblos había una persona con conocimientos de electricidad, de hecho se le llamaba el electricista, que, si no profesional de oficio, la práctica le había convertido en profesional. Porque problemas con la luz los había y muy frecuentemente. Si se apagaba, o bajaba de fuerza o tensión, allí estaba el electricista a proceder a su reparación. A veces se decía que se habían fundido los plomos y era lo que él reparaba. Cuando había tormenta era frecuente la avería eléctrica y más trabajo para los electricistas.
En Joarilla la persona encargada, el electricista, fue durante muchos años el Sr. Higinio, el padre de Horacio, Evelio y Esther. Cuando la luz faltaba, que era con bastante frecuencia, todos los vecinos se acordaban de él y de su familia. Y al poco tiempo, cuando la avería se solucionaba, se le agradecía su mediación. Si no era posible, pues las lluvias o tormentas destruían el tendido, se esperaba con paciencia la solución al problema, porque estaban seguros de que el Sr. Higinio se afanaba en ello.
La luz llegaba a los transformadores, desde la central, a través de cables de cobre colocados sobre postes de madera, que, aunque de calidad, frecuentemente no soportaban, ni los vientos, ni las lluvias, ni los rayos, por lo que las averías en la línea eran frecuentes.
Muchos de estos edificios están hoy abandonados, con su puerta destruida y su tejado caído, lo mismo que otras casas de los pueblos. En el interior de algunos anidan las aves o su tejado sirve para que lo hagan las cigüeñas. Pero otros transformadores están en pie, al servicio del pueblo, lo mismo que las paneras y demás edificios de propiedad municipal. En ellos almacenan útiles de limpieza u otros objetos necesarios. Algunos ayuntamientos han querido mantener este edificio, singular y emblemático, testigo del pasado, que desempeñaba una función de progreso y bienestar, como fue la llegada de la luz eléctrica a las casas y pueblos. Lo mismo que ocurrió con el agua, pues, aunque existían desde antiguo fuentes o pozos en casi todos los pueblos, la canalización de aguas limpias y sucias y la construcción de los depósitos se llevó a cabo mucho tiempo después.
Es de alabar la idea de algunos pueblos de mantenerlos en pie, como testigos del pasado y de una época, inicio de progreso y desarrollo. Además es la única manera de que las generaciones futuras conozcan, a través de su existencia, su función, su finalidad y su historia. Y también una forma de vida distinta y que ellos no conocieron, ni vivieron. Se pueden reparar y cuidar asignándoles otros menesteres.
En Joarilla se contó y se sigue contando con transformador En lugar de destruirlo habrá que repararlo, como edificio público que es y que estuvo siempre al servicio de los vecinos.