Jugando a las cartas en el Rincón de Suintila y Anastasia. Década de 1940. |
En Joarilla, los
domingos y días festivos, después de la comida, los hombres generalmente se
acercaban hasta el bar El Pollo, que era el único que existía antiguamente,
para tomar su café y, si cuadraba, la copa, y jugar la partida. Era normal
decir “me voy al bar a jugar la
partida”, que solía ser de cartas o dominó.
Las mujeres, sin
embargo, se quedaban en casa y hasta pasada la tarde apenas salían de ella. Y, cuando
salían, las jóvenes se divertían a su modo. Pero las mayores, viudas o no
viudas, todas de luto casi siempre, pasaban gran parte de la tarde, de dichos
días, en la calle, sentadas en torno a una mesa, jugando a las cartas, y al mismo tiempo charlando sobre lo sucedido, o que pudiera suceder en el pueblo o fuera de él.
Las noticias se propagaban a través de vendedores, compradores, o personas que
viajaban por los pueblos cercanos.
Lo hacían en lugares
especiales de algunas calles, más o menos protegidos, que ofreciesen abrigada
en invierno y sombra en el verano: solanas, rincones, portalones, etc. En este
caso las madres y abuelas está jugando a las cartas en el lugar que todos
conocíamos y llamábamos Rincón de Suintila, y también de Anastasia, pues las
viviendas de ambas eran las que formaban dicho rincón. Concretamente la puerta y la
ventana con rejas que vemos en esta foto eran las de la vivienda de la abuela Anastasia.
Se las ve descansando
de sus quehaceres diarios, no sin ocultarnos la misma imagen alguna de sus
penurias pasadas o presentes. Dan la
impresión de haber sido mujeres sufridoras, que supieron llevar su vida con esfuerzo y con seriedad y rigor. Por ello también tiene derecho a descansar y jugar a las
cartas las tardes de los domingos y días de fiesta.
Hay que destacar la luz y claridad de
su rostro y de sus manos, aunque trabajadas, en medio del color negro de los vestidos
y el pañuelo de la cabeza que una de ellas lleva. Y hasta el mantel de la mesa
es negro.
Respecto al rostro cada
una con expresión distinta: sonrisa en María y Suintila; seriedad en Caya, Federica
y Obdulia; ausencia, con sufrimiento y dolor, en Críspula y Tertulina. Y la abuela Anastasia
que mira hacia abajo, con pequeña sonrisa, como si quisiera pensar o acordarse
de algo o de alguien.
Todo esto y más me ha recordado
esta imagen, que, junto a muchas más, aparecerá
en el libro de fotos antiguas, que dentro de unos días se presentará en
Joarilla.