Era este otro de los vendedores
ambulantes que se acercaba, cada cierto tiempo, a Joarilla, para ofrecer y
vender su mercancía, que no era otra sino recipientes de barro hechos por
alfareros. Se oía decir “ha llegado el cacharrero”, “ahí está el cacharrero”. Algunos
lo llamaban el botijero. Y es que, aunque los cacharros eran variados:
cántaros, cazuelas, pucheros, ollas, etc.,
el que más se vendía eran botijos, pues todas las viviendas disponían de
uno o más, al ser muy utilizado para contener y beber agua.
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Olla antigua. |
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Varios cacharros, casi todos antiguos. |
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Tres pucheros. |
Todas o casi todas las piezas que
vendía el cacharrero se usaban en la vida doméstica y familiar de cada día. Con
unos recipientes se acarreaba el agua desde la fuente, o fuentes si había más de una, hasta
la casa, otras servían para preparar la
comida, y algunas, como las ollas, para almacenar alimentos entre grasa o
aceite, como ocurría con algunos productos procedentes de la matanza del cerdo.
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Ollas y otras piezas de cerámica antiguas. |
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Dos ollas. |
Los cacharros, al ser de barro,
se rompían con facilidad. Por eso, de vez en cuando, y no tardando mucho tiempo
llegaba el cacharrero. Algunos eran solamente vendedores o revendedores, pero
otros eran los mismos alfareros de Jiménez de Jamúz, Pereruela, o de otros pueblos los que con
carros o animales con mallas cargadas de cacharros se dedicaba a recorrer y
visitar las distintas localidades de la provincia.
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Vendiendo piezas de Jimenez de Jamuz en un día de feria. |
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Piezas de Pereruela, también a la venta, en la feria. |
Era este un oficio, pues
necesario y muy útil. Todavía estaba lejos la utilización de otros materiales
de plástico o metal, tal como ocurre en la actualidad. Y tampoco había cocinas
eléctricas, lavavajillas, y otros instrumentos domésticos más modernos.
Para usar en el hogar o en la
lumbre, con fuego a base de paja y leña, lo mejor era el barro, de ahí el gran
uso que se hacía de pucheros, cazuelas y demás utensilios.