viernes, 19 de octubre de 2012

La época de la vendimia.




Un buen racimo de Jerez. Vendimiando en una viña junto a las bodegas de Pobladura del Valle (Zamora)
Con la llegada del otoño,  una vez terminado el verano y recogida la cosecha de cereales,  los agricultores de  Joarilla como los de otros  pueblos, comenzaban a preparar todo aquello que se necesitaba  para la vendimia. Y es que son tierras de pan y vino llevar, y dar, pues de ellas y con ellas han vivido y siguen viviendo muchos vecinos, aunque ahora no tantos como por los años  de la década de 1950. Entonces era mucha la gente que vendimiaba sus viñas o las de los demás, y mucha la algarabía y jolgorio que se advertía por los campos y las calles del pueblo, durante y al  regresar de la faena.
Los preparativos consistían en tener  a punto los carros, o remolques para el transporte de la uva, y los canastos o cestos con los que se vendimiaba  y en los que se transportaba, o en su caso, los serones, si el fruto se llevaba a granel. También se preparaba la bodega, limpiando el lagar, el pilo,  el pozal y las cubas, cubetos, pipas, o tinos de cemento que algunos también tenían para recoger o almacenar una mayor cantidad de vino. Y es que casi todas las familias tenían su bodega, aunque solamente fuese para el consumo familiar, y para celebrar en ella comidas y meriendas dentro o fuera de la cueva. Porque son  cuevas más o menos profundas en donde la temperatura se mantiene igual casi todo el año, y es muy agradable, sobre todo cuando en el verano son muchos los calores. 
Días antes de comenzar la vendimia se iba a las viñas para probar las uvas y comprobar su madurez. Se prueban las blancas, de jerez o malvasía, y también las tintas o negras. Y es que blancas son las que primero se llevan a casa para postre. E incluso se escogen y recogen algunas para conservarlas un tiempo en el desván de la casa, colgadas sobre varales o puntas, o colocadas sobre el trigo o la cebada en la panera.
Toda la familia se implicaba en la vendimia, niños, jóvenes y mayores. Y mientras unos vendimiaban otros sacaban los cestos, o canastos, como allí se decía. Si alguien se quedaba e casa era para preparar la comida antes de llevarla a la viña, en donde se comía y hasta se merendaba. A veces se juntaban dos o tres familias y se ayudaban en la faena. Eran los que tenían menos viñas. Pero los que tenían muchas contrataban a grupos de vendimiadores, procedentes de lugares distintos, que vivían en el pueblo durante la recolección de la uva.

Vendimia en Joarilla. Canasto, carro y vendimiadores.

Grupo de vendimiadores en plena tarea.
Recipientes de plástico sustituyen en la actualidad a los antiguos canastos.

Cestos como los que se llevaban en los carros.
Durante la vendimia, de día se veía poca gente por las calles de Joarilla. Pero al atardecer los carros y tractores llegaban al pueblo cargados de gente, algunos incluso cantaban a pesar del cansancio motivado por lo duro de la faena. Pero pronto reinaba el silencio porque, terminada la cena había que descansar para volver de nuevo a la viña el día siguiente.  
Por el campo había siempre más animación, aunque solo fuese el movimiento de carros y tractores que llegan y salen de las viñas cargados de uva. Y es que unos iban a las bodegas a descargar por el zarcero en el lagar y así poder preparar el mosto que se convertiría  en vino.
Niños y mayores participaban y vivían activamente los días de la vendimia.
Aquiles y familia en el carro, camino de una viña.
Pero otros llevaban la uva  para la venta a las Eras. Allí había una báscula que la pesaba, antes de descargarla en los camiones  de las empresas o bodegas industriales que la compraban.
Y después, terminada la vendimia, se anunciaba el día en el que uno de los compradores llegaba al pueblo para el pago de la uva. Se formaban largas colas en la botica, en la escuela o en el Ayuntamiento, según fuese el lugar elegido para dicha operación.  Era el momento de conseguir la remuneración a todo el esfuerzo realizado en el cultivo y cuidado de la viña. Y es que el trigo y el vino fueron siempre, en casi toda la comarca,  la única fuente de ingresos para muchos agricultores.
Para los que llevaban la uva al lagar de la bodega les quedaba otra tarea, la de pisar la uva y obtener el mosto, meterlo en las cubas y cubetos, y hacer todo lo posible para preparar un buen vino. Y lo conseguía, pues, aunque hubiese excepciones, casi todos los de Joarilla son expertos en esta tarea. Basta con acercarse a alguna de las bodegas familiares durante el resto del año y comprobarlo degustando con placer el líquido elemento, en este caso de color rosado, pero claro, pues para ellos ha sido y será siempre “clarete”. 
Un lagar limpio a la espera de la uva.
Ahora algunos tienen prensas de otro tipo para obtener el mosto.
El mosto terminará en las cubas para convertirse en vino.



sábado, 6 de octubre de 2012

"Breve Historia de Joarilla", de Luis Miguel Bajo.




En el año 2007, al celebrarse la IX Semana Cultural que cada año organiza la Asociación Santo Tomás Apóstol, Luis Miguel Bajo impartió una conferencia que él mismo denominó 'Breve Historia de Joarilla'. Se trataba de hacer un recorrido histórico, aunque breve, por las distintas épocas. Y hacerlo también de forma pedagógica, y lo más asequible y comprensible para los asistentes. En este caso todo el pueblo, pues nadie faltó a la cita. Todos, tanto los vecinos, como muchos forasteros, estaban muy interesados en conocer algo más sobre el pasado del pueblo.
El lugar elegido para la conferencia, a falta de un amplio salón de actos, fue la iglesia, en donde hubo espacio suficiente para todos. Allí mismo pudo proyectar abundantes imágenes que facilitaron una mejor comprensión de lo que él dijo, y una mayor admiración por parte de todos.  Y es que nadie pone en duda el conocido dicho o expresión de que “una imagen vale más que mil palabras”.  Y Luis Miguel lo sabe muy bien, por su trabajo diario en la clase con los alumnos.
Luis Miguel, aunque nació en Joarilla, ha vivido casi siempre en Madrid, pues sus padres, mis primos Gerardo y Candelas, como muchos otros, tuvieron que emigrar desde muy jóvenes para trabajar en otro lugar y poder vivir dignamente. En Madrid estudió y se licencio en Geografía e Historia en la Universidad Complutense, dedicándose a la especialidad de Historia Moderna.
Como memoria de licenciatura realizó, y leyó en septiembre de 1981, el trabajo sobre “El Monasterio y la Villa de Sahagún en el Antiguo Régimen”, bajo la dirección del Profesor del Departamento D. José Cepeda Gómez.  Luis Miguel ha prestado siempre atención en sus investigaciones al siglo XVIII y al ámbito leonés,  concretamente Sahagún y su comarca, a la que se siente ligado por su procedencia. De hecho es autor también de otra pequeña publicación, en 1984, sobre “La Comarca de Sahagún”, con motivo de la presentación pública de una Asociación Cultural creada en aquel año.

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Con frecuencia, y ahora más que nunca para estar con sus padres, desde Mallorca, viaja a Joarilla y allí pasa una parte de sus vacaciones, o incluso fines de semana largos. Le gusta ver el pueblo, sus calles y plazas, y saludar a muchos de los vecinos. Y no se olvida de pasear por la alameda o acercarse a las Eras…O de subirse a lo alto de las bodegas y sentarse allí un  rato a leer, escribir, o simplemente contemplar el paisaje: el pueblo con sus calles y casas; la poza, los palomares, el prado de arriba y San Miguel de Montañán; o los manaderos, la alameda y el prado de abajo…
Sentado en lo alto de las bodegas lee o escribe, o contempla el paisaje.
Y ve paisajes de Joarilla y alrededores.
El puente entre árboles, en un día de invierno.
También se divisa el Trébano junto a la calle de El Chopo.
Arboleda junto al puente.

Y cuando estaba preparando esta Breve Historia de Joarilla iba a la iglesia con Feliciano, el sacristán, y revisaba los libros del archivo parroquial, que son los que más y mejor documentación tienen sobre el pueblo. Así, hasta que investigue más y prepare una nueva publicación, podemos conocer el pasado de Joarilla, de forma amena y entretenida, pero también con muchos datos de interés para todos.


lunes, 1 de octubre de 2012

La bodega de Aquiles y su colección de etnografía.



Una parte de las bodegas de Joarilla. Las que se encuentran en el camino de Valdespino.

El amigo Aquiles, recientemente fallecido, es recordado con afecto por muchas personas, tanto de Joarilla, como de otros lugares, próximos y lejanos. Y es que eran muchos los que le conocían, no sólo por ser el hijo del señor Julián y el hermano de Vitoria, Santiago y Antonio,  sino también por su trabajo de agricultor durante toda su por vida. Y es que amaba su oficio como nadie. Sus tierras eran su mayor distracción, a pesar del trabajo que suponía el arar, sembrar, apañar, segar, acarrear, trillar, aparvar, y recoger la cosecha. Pero Aquiles apreciaba y se dedicaba, aún más, al trabajo de sus viñas, a las que cuidaba con esmero. Y es que lo que quería era conseguir un buen vino, que llamase la atención a los vecinos y mucho más a los forasteros. Fueron muchos los que visitaron su bodega para comprarle vino, o simplemente para degustarlo acompañado de algún aperitivo.
Aquiles era apreciado por muchas personas por las atenciones que tenía con ellas. Era así su forma de ser. Pero sobre todo se esmeraba con los forasteros y aquellos que no vivían en el pueblo. Muchos de ellos eran conocidos por él a través de su familia o por  los viajes realizados a diversos lugares. Algunos eran clientes, a los que vendía el vino de cada cosecha.
Su bodega es estrecha y profunda, pero está limpia y bien arreglada. En ella hay diversas cubas de mayor o menor tamaño y varios tinos de cemento en los que recogía gran cantidad de vino para la venta. En el exterior de la misma y en lo más alto del lugar Aquiles y familia tienen una caseta, que llaman cuartel, en donde se pisaba o prensaba la uva en la época de la vendimia y   desde allí, el mosto pasaba por una manguera a las cubas de la bodega.
A la derecha la entrada a la bodega de Aquiles.
El cuartel de Aquiles, en lo más alto del lugar.
En el cuartel había una mesa alargada, testigo de muchas reuniones, con meriendas y tertulias, de amigos y conocidos, que se iban de Joarilla con un buen sabor de boca, el que les proporcionaba el vino, las viandas y una buena compañía. Y lo curioso y llamativo es que las paredes del local -cuartel estaban adornadas con objetos antiguos y tradicionales, utilizados unos en su domicilio y otros recogidos por Aquiles o por alguno de su familia, con gusto y afición, para que pudieran ser contemplados por los amigos y visitantes. Por allí se ven manojos, yugos, colleras y collarines, cerámicas varias, carburos y candiles, algún canasto o cesto para recoger la uva, arados y otros aperos del campo, objetos diversos, unos  relacionados con la casa y el vivir diario, y otros con el trabajo del agricultor y ganadero.

Aquiles de merienda y tertulia en el cuartel con familiares y amigos. (Foto cedida por Antonio)
Otro día de merienda con vecinos de Joarilla y algunos de su familia.
Lado norte del cuartel de Aquiles, local en el que está su colección de objetos antiguos.
Dos yugos, un manojo, un carburo...y otros objetos.
Colleras colgadas de un yugo, una cabezada y un farol entre otros.
El cuartel de la bodega de Aquiles se convirtió en un pequeño museo etnográfico, que fue visitado y visto por muchas personas. Y ello gracias  a él y a su familia, todos ellos amantes del pasado y la tradición. Sabían valorar muy bien las cosas y apreciaban la cultura y el saber. Ojalá que este pequeño museo siga ampliándose y que sean cada vez más las personas que se acerquen por allí para verlo. Pudiera ser también el inicio de un futuro museo etnográfico para el pueblo, aunque debiera de contar con un local más amplio dedicado a recoger objetos antiguos que les sirvan para recordar la forma de vida, trabajos, costumbres  y tradiciones del pasado.
Aunque son muchos los museos que hay de este tipo en pueblos y ciudades, algunos gracias a la afición de personas particulares, también puede existir uno en Joarilla, pues son muchos los objetos que hay en las casas y a los que sus dueños estarían orgullosos de prestar para este fin. Se tendría que contar con un local amplio y a poder ser propiedad del municipio. Pero hasta que esto sea una realidad, allí está el pequeño museo de la bodega de Aquiles, al que todo el que lo desee puede visitar. Y seguro que alguno de sus familiares lo cuidará y hasta lo ampliará con nuevas piezas u objetos relacionados con la antigüedad.