miércoles, 31 de julio de 2013

Recuerdos del ayer: El Cacharrero.



Era este otro de los vendedores ambulantes que se acercaba, cada cierto tiempo, a Joarilla, para ofrecer y vender su mercancía, que no era otra sino recipientes de barro hechos por alfareros. Se oía decir “ha llegado el cacharrero”, “ahí está el cacharrero”. Algunos lo llamaban el botijero. Y es que, aunque los cacharros eran variados: cántaros, cazuelas, pucheros, ollas, etc.,  el que más se vendía eran botijos, pues todas las viviendas disponían de uno o más, al ser muy utilizado para contener y beber agua.  

Olla antigua.
Varios cacharros, casi todos antiguos.
Tres pucheros.
Todas o casi todas las piezas que vendía el cacharrero se usaban en la vida doméstica y familiar de cada día. Con unos recipientes se acarreaba el agua desde la fuente, o fuentes si había más de una, hasta la casa, otras servían para preparar  la comida, y algunas, como las ollas, para almacenar alimentos entre grasa o aceite, como ocurría con algunos productos procedentes de la matanza del cerdo.

Ollas y otras piezas de cerámica antiguas.
Dos ollas.
Los cacharros, al ser de barro, se rompían con facilidad. Por eso, de vez en cuando, y no tardando mucho tiempo llegaba el cacharrero. Algunos eran solamente vendedores o revendedores, pero otros eran los mismos alfareros de Jiménez de Jamúz,  Pereruela, o de otros pueblos los que con carros o animales con mallas cargadas de cacharros se dedicaba a recorrer y visitar las distintas localidades de la provincia.

Vendiendo piezas de Jimenez de Jamuz en un día de feria.
Piezas de Pereruela, también a la venta, en la feria.
Era este un oficio, pues necesario y muy útil. Todavía estaba lejos la utilización de otros materiales de plástico o metal, tal como ocurre en la actualidad. Y tampoco había cocinas eléctricas, lavavajillas, y otros instrumentos domésticos más modernos.
Para usar en el hogar o en la lumbre, con fuego a base de paja y leña, lo mejor era el barro, de ahí el gran uso que se hacía de pucheros, cazuelas y demás utensilios.


domingo, 21 de julio de 2013

Ir de bodega.



Grupo de bodegas junto a la carretera que va a Valdespino y Sahagún.
Algunas tienen merenderos o cuarteles.
Cualquier día del año se iba y se va a la bodega, pero mucho más durante el verano, para aliviarse algo de los calores y las molestias que ocasionan. Y es que el frescor que hay dentro de la cueva es algo especial, además del atractivo que el vino pueda proporcionar.
Ir de bodega se puso de moda y fue siempre uno de los entretenimientos y distracciones más agradables para los vecinos y forasteros en los pueblos pequeños. Y por supuesto también de Joarilla. Hasta tal punto que algunos casi todos los días hacían una visita a su bodega, por la mañana o por la tarde. Y lo hacían para tomar un vino fresco, o para coger vino y llevarlo a su casa, tal como hacía Florentino a quien recuerdo haber visto pasar todos los días por la plaza mayor, camino de la bodega con su pequeña garrafa, la ración de cada día.  Al pasar cerca del caño de la plaza alguien le decía que la llenase de agua. “El agua para las ranas”, contestaba él.
Y es que según él mismo contaba, no probaba nunca el agua. Y así pasó gran parte de su vida. Bueno, hasta que los médicos se la recetaron como medicina, para evitar muchas de las inyecciones que tuvo que ponerse antes de su muerte. Florentino era una buena persona, muy popular y con mucho ingenio, a juzgar por los dichos y expresiones graciosas que se le ocurrían. Había otras personas de tal guisa en Joarilla a las que todos los vecinos conocían y reían por sus gracias y ocurrencias: Isidro, Eterio,  etc. Gente sencilla y humilde,  pero llenos de buen humor y merecedores de un pequeño recuerdo.

Isidro delante del cuartel de Dalmacio. Fotografía de la década de 1980.
Un grupo de amigos a la abrigada de un cuartel en las bodegas. Año !985.
Pero a la bodega se iba y se va más por la tarde, a la hora de la merienda, cuando el sol está a punto de ponerse, u ocultarse, y comienza a correr un viento fresco. Y se merienda a la puerta, en los merenderos preparados para ello, o en los cuarteles, edificios que hay en el exterior para usos  diversos. Algunos prefieren hacerlo en el interior de la cueva, por más que en ella el frío sea, a veces, excesivo. Y van familias enteras, padres, madres e hijos. También los familiares y amigos que están de vacaciones en el pueblo. Era y es una forma de convivir todos juntos en el campo y al aire libre,  al tiempo que se merienda o se cena.

A la bodega se va a tomar un vino y un aperitivo...
...o a comer o merendar, con familiares y amigos.
Y van niños, jovenes y mayores para pasar un rato de convivencia.
Cuartel de una bodega rodeado de vegetación. Hacia 1980.
Ir de bodega se ha convertido en un rito, algo instaurado desde hace mucho tiempo por los antepasados, desde que se plantaron las viñas y comenzaron a elaborar el vino, también de forma casi ritual y totalmente manual, en estas cuevas más o menos profundas. Ahora todo ha cambiado y las máquinas van reemplazando poco a poco a las manos del hombre.
En la bodega todo sabe bien, la comida y también la bebida, aunque se trate solamente del vino, el clarete leonés que refresca las gargantas y contribuye a que la tortilla, el bacalao, el jamón, el chorizo, el queso, etc. se saboreen más y mejor.
A pesar de la modernidad y de los avances técnicos e industriales, en Joarilla y demás pueblos de la comarca se sigue yendo de bodega, o a la bodega. Y aunque se meriende en el exterior, en casetas o cuarteles, como los llaman, no se deja de hacer una visita a las profundidades de la cueva, para ver sus paredes de tierra dura, el lagar, las cubas y cubetos, el pilo y el pozal, y también para sentir el frescor y el olor al vino. Una buena forma de preparar el paladar antes de la comida. 

Aunque se meriende fuera, se visita también el interior.

lunes, 8 de julio de 2013

El Chopo, el Puente y la Alameda.



Cartel de Adescas. Anuncia espacios a proteger.
En Joarilla, durante el verano, los lugares más frecuentados para estar y pasear son, sin duda alguna, la zona de la fuente el Chopo, el entorno del puente y el paraje de la Alameda. En todo este espacio abundan los árboles chopos, que son los que contribuyen al disfrute del frescor y de la sombra.
Hasta hace no mucho tiempo todo este espacio estaba descuidado y lleno de maleza y hierba alta que impedía u obstaculizaba el paso, y no contribuía a la belleza del lugar. Pero, en la actualidad, según pude comprobar en mi última visita al pueblo, todo está limpio, desbrozado, y adecentado para que los vecinos y forasteros, que quieran, puedan disfrutar de ese pequeño espacio natural. Y es que, desde hace años, la administración regional y provincial desarrolla programas de atención al Medio Ambiente y de protección de zonas verdes, tanto en el campo como en las ciudades y pueblos. Y se encauzan ríos o arroyos, se limpian lagunas y fuentes, se protege la fauna y la flora y otras muchas actuaciones medioambientales. 

La fuente de El Chopo y su entorno limpio
Hasta se ven patos por el arroyo con los márgenes en buen estado.
Otra vista de la fuente  y del arroyo.

Estado en el que se encontraba El Chopo (fuente) con anterioridad.
Y el entorno de la fuente.
Estas acciones llegan también a pueblos de menor población, merecedores, como los demás de este tipo de infraestructuras.
El arroyo o reguero que pasa por Joarilla, ahora siempre con agua, está limpio y debidamente encauzado, y hasta vimos un grupo de patos que disfrutaban en el agua. Antes sus orillas o márgenes estaban llenos de juncias y otras hierbas que impedían ver hasta el agua. 

A ambos lados del arroyo hay un paseo con bancos para descansar.
El puente y su entorno también están limpios.
Pero no solo el arroyo está en perfecto estado de limpieza, sino también la pradera que hay a ambos lados del mismo y que está llena de chopos. Ojalá se mantenga así durante mucho tiempo. 
También la antigua calle de La Fragua está arreglada y el acceso a la Alameda. Incluso la misma Alameda está más cuidada. Además hay juegos para niños y un parque biosaludable para los mayores.

Puente de acceso a la Alameda tal y como se encuentra en la actualidad.
La Alameda y los chopos en el invierno.
Así estaba antes de la limpieza y acondicionamiento.
Cerca de la Alameda hay un parque infantil.
Durante el verano era este un lugar frecuentado por todos los vecinos de Joarilla. En él se jugaba al futbol y otros deportes, se iba de merienda, había bailes en los días de fiesta, y se celebraban otras muchas actividades, a pesar de no estar tan cuidado desde el punto de vista medioambiental. Ahora son otros tiempos y otra forma de vivir, sentir y actuar. Pero seguramente que los vecinos de Joarilla y los forasteros sabrán aprovechar esta oportunidad que se les brinda y disfrutar mucho más y mejor que antiguamente de las nuevas infraestructuras de la zona del Chopo, el entorno del puente y el paraje de la Alameda.