martes, 21 de diciembre de 2010

El Nacimiento.


Nacimiento o Belén en Joarilla de las Matas. Año 2006. Esta colocado junto a la escalera por la que se sube al coro de la iglesia.

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Portal del Belén o Nacimiento de Joarilla. Año 2006.
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Imagen del Niño Jesús que se adoraba en la iglesia de Joarilla los días de Nochebuena, Navidad, Año Nuevo y Reyes.
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Cuando se acercaba la Navidad, en la iglesia de Jorilla, como en casi todos los pueblos, se colocaba un Belén. Lo curioso es que se decía “poner el Nacimiento”. Y se contaba con amplia colaboración, sobre todo de los niños, que se lo pasaban muy bien.
El lugar indicado era al lado del altar mayor, para que pudiera ser visto por los asistentes a los distintos actos religiosos. Y no faltaban, como en ocurre en todos los belenes, aparte de la escena principal, (Jesús Niño, María, José, el buey y la mula, todos en el portal), otros motivos que servían para recordar mejor el acontecimiento: el anuncio del ángel desde un árbol a los pastores, el palacio de Herodes, casas de Belén hechas de corcho, escenas de la vida y costumbres de los vecinos, animales diversos por los prados o en sus establos: cerdos, gallinas, burros, patos, etc.
Para hacer el río, a falta del papel albal, de uso tan frecuente hoy día, se utilizaba el papel plateado que envolvía las tabletas de chocolate; los caminos se señalizaban con arena; para los montes se buscaban piedras y musgo, que también servía para los prados; y la nieve de las montañas se simulaba con harina o cal.
Sobre el portal destacaba la estrella que serviría de señal para los Reyes Magos. Por cierto que, mientras las demás figuras ocupaban siempre el mismo lugar durante todos los días de la Navidad, las de los Reyes iban cambiando de sitio, como que caminasen, pues veíamos que cada día estaban más cerca del portal, a medida que se acercaba su fiesta, tan esperada sobre todo por los niños. Y es que alguien se encargaba de mover a los camellos con los reyes y a sus pajes, para una mayor sensación y disfrute de todos.
Ante el Nacimiento se cantaban villancicos casi todos lo días festivos: Nochebuena, Navidad, Año Nuevo y, por supuesto, Reyes. Y, además, a partir de la Nochebuena todos los días se adoraba al Niño, obsequiándole con piñones, nueces, avellanas y también con monedas. Todo ello eran donativos para la iglesia.
Para el acto de la adoración, el sacerdote, al finalizar la misa, cogía en sus manos la imagen del Niño Jesús que se conserva en la iglesia y que estos días está colocada junto al Nacimiento. Todo el pueblo se acercaba para besarla y ofrecerle algo. Mientras tanto se cantaban los villancicos tradicionales, que eran muy conocidos por todos: Campana sobre campana…Pastores venid, pastores llegad…¡Ay del chiquirritín, metidito entre pajas¡…Pero mira cómo beben los peces en el río... Esta noche es Nochebuena…Dime Niño de quien eres…, etc.
Y los villancicos, acompañados de zambomba, pandereta, pájaro que silba y otros instrumentos, también sonaban con frecuencia por calles y plazas del pueblo durante estos días. E incluso a las puertas de algunas casas a las que se acercaban grupos de niños y niñas para cantar. Sobre todo niñas cuando vivía la maestra Doña Justina, que era la que se preocupaba de enseñárselos, en la escuela, en la iglesia o en su propia casa. Y es que Doña Justina, además de muchas otras cosas, sabía música, y cantaba muy bien. Al llegar la Navidad colaboraba como nadie en todas las celebraciones.
La Navidad se celebraba de otra manera, pues otra, y muy distinta, era la forma de vivir y las costumbres de los años 1950-1960, a los que me estoy refiriendo.