(Dibujo tomado del libro Pastores y Trashumancia en León, 1992, de Manuel Rodriguez y Antonio Gómez)-
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La Presentación en León el pasado mes de diciembre del libro De Babia a Sierra Morena – Un viaje ancestral por la Cañada Real Berciana de Manuel Rodríguez Pascual (texto) y Fernando Fernández (fotografías), me sugerido escribir algo sobre el cordel o cañada de Joarilla. No deja de haber sido este lugar, y sigue siéndolo, uno de los pagos más conocidos y destacados del campo, pues a ambos lados del mismo siempre hubo tierras de cultivo, cereales y viñedos. Y además estaba muy cerca del monte de Ladis, de la Mudarra y de la Dehesa.
Pertenece y forma parte de la antigua Cañada Leonesa Occidental. Los diferentes cordeles que la forman se dirigían desde los puertos de la montaña, en las cuencas altas del Bernesga y Torío, hacia la ciudad, bordeándola, y se unían en Puente Castro antes de cruzar el río Torío. La cañada continúa por el Puente Villarente y sigue no lejos de Mansilla de las Mulas, Santas Martas, y otros pueblos, hasta Mayorga de Campos, ya en la provincia de Valladolid. Y después de recorrer 650 kilómetros, termina en tierras de Extremadura.
Antes de llegar a Mayorga ha pasado cerca de Joarilla. Para los Joarillenses siempre fue y es recordada y denominada ‘cordel de las merinas’.
Era frecuente que vecinos del pueblo se acercasen al Cordel para ver pasar a los rebaños, cientos de ovejas, los perros mastines, y los pastores (mayoral, rabadán, zagal y demás ayudantes), unos a pie y otros en burros u otras caballerías. En ocasiones pernoctaban en el mismo cordel y, a veces, los dueños del monte les prestaban alguna atención, tal como leemos en el libro Memoria de la Trashumancia, editado por el Diario de León en la Biblioteca Leonesa de Tradiciones.
Una persona, que vivió la trashumancia, siendo zagal, y que cuenta con detalle todo el recorrido por la Cañada, al llegar a este lugar dice:
…El Cordel era ancho, aunque con bastante viñedo a uno y otro lado, que era necesario proteger. Por tierras llanas y caminos polvorientos llegamos a un descampado entre los pueblos de Albires y Joarilla de las Matas, donde pernoctamos.
Allí apareció un señor pidiendo que lleváramos el ganado a pasar la noche a una finca de su propiedad. En lugar de darnos de cenar, vino cargado con una espuerta de racimos de uvas, que distribuimos entre los cinco…
También quiero recordar lo que ocurrió el año en el que, cuando pasaban por el Cordel los rebaños, se desencadenó una gran tormenta, con abundante granizo, lo que provocó la muerte de muchas ovejas. Los del pueblo que salieron para ver la situación en que se encontraban y prestarles ayuda, regresaron con ovejas de las que se pudo aprovechar su carne.
En la actualidad el Cordel casi ha desaparecido, en parte por las obras de la concentración parcelaria y también por culpa del arado que algunos han utilizado para ampliar sus tierras. Además se ven por allí regueras o acequias, aunque naturales, por las que ya corre agua, de la que algunos se sirven para regar.
El Cordel de las merinas de Joarilla, como el de otros muchos lugares, está a punto de desaparecer, pero sigue teniendo historia y en torno a él todavía hay mucho que decir y contar, como ocurre con todos aquellos lugares que han servido para el paso de las personas o de las animales, en este caso las ovejas merinas. Solamente la vigilancia y el cumplimiento de lo legislado al respecto, podrá hacer que se pueda seguir contemplando y admirando este legado del pasado y de la tradición leonesa de la trashumancia.
Pertenece y forma parte de la antigua Cañada Leonesa Occidental. Los diferentes cordeles que la forman se dirigían desde los puertos de la montaña, en las cuencas altas del Bernesga y Torío, hacia la ciudad, bordeándola, y se unían en Puente Castro antes de cruzar el río Torío. La cañada continúa por el Puente Villarente y sigue no lejos de Mansilla de las Mulas, Santas Martas, y otros pueblos, hasta Mayorga de Campos, ya en la provincia de Valladolid. Y después de recorrer 650 kilómetros, termina en tierras de Extremadura.
Antes de llegar a Mayorga ha pasado cerca de Joarilla. Para los Joarillenses siempre fue y es recordada y denominada ‘cordel de las merinas’.
Era frecuente que vecinos del pueblo se acercasen al Cordel para ver pasar a los rebaños, cientos de ovejas, los perros mastines, y los pastores (mayoral, rabadán, zagal y demás ayudantes), unos a pie y otros en burros u otras caballerías. En ocasiones pernoctaban en el mismo cordel y, a veces, los dueños del monte les prestaban alguna atención, tal como leemos en el libro Memoria de la Trashumancia, editado por el Diario de León en la Biblioteca Leonesa de Tradiciones.
Una persona, que vivió la trashumancia, siendo zagal, y que cuenta con detalle todo el recorrido por la Cañada, al llegar a este lugar dice:
…El Cordel era ancho, aunque con bastante viñedo a uno y otro lado, que era necesario proteger. Por tierras llanas y caminos polvorientos llegamos a un descampado entre los pueblos de Albires y Joarilla de las Matas, donde pernoctamos.
Allí apareció un señor pidiendo que lleváramos el ganado a pasar la noche a una finca de su propiedad. En lugar de darnos de cenar, vino cargado con una espuerta de racimos de uvas, que distribuimos entre los cinco…
También quiero recordar lo que ocurrió el año en el que, cuando pasaban por el Cordel los rebaños, se desencadenó una gran tormenta, con abundante granizo, lo que provocó la muerte de muchas ovejas. Los del pueblo que salieron para ver la situación en que se encontraban y prestarles ayuda, regresaron con ovejas de las que se pudo aprovechar su carne.
En la actualidad el Cordel casi ha desaparecido, en parte por las obras de la concentración parcelaria y también por culpa del arado que algunos han utilizado para ampliar sus tierras. Además se ven por allí regueras o acequias, aunque naturales, por las que ya corre agua, de la que algunos se sirven para regar.
El Cordel de las merinas de Joarilla, como el de otros muchos lugares, está a punto de desaparecer, pero sigue teniendo historia y en torno a él todavía hay mucho que decir y contar, como ocurre con todos aquellos lugares que han servido para el paso de las personas o de las animales, en este caso las ovejas merinas. Solamente la vigilancia y el cumplimiento de lo legislado al respecto, podrá hacer que se pueda seguir contemplando y admirando este legado del pasado y de la tradición leonesa de la trashumancia.
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