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Este carro, el más utilizado en Joarilla, como en otros pueblos, allá por la década de 1950, era llevado primero por vacas y después también por mulas o machos, caballos, e incluso burros.
Con él se realizaban parte de las tareas agrícolas: llevar el abono a las tierras antes de la siembra; acarrear la mies y llevarla a las eras para realizar la trilla. Se ponían unas redes de cuerda, para coger más y hacer mejor el transporte; llevar la paja a los pajares que había en la parte de atrás de las viviendas, previa colocación de unos tableros en el mismo; con él se transportaba también el trigo, en costales o sacos, desde la era hasta la paneras o sobrados de las casas, etc.
Y cuando en la comarca se celebraba alguna romería se acudía con los carros cargados de gente, junto con la comida y demás avituallamiento e impedimenta necesarios para pasar el día.
Las vacas solían andar despacio. Y para que no se detuvieran o fuesen más deprisa se las pinchaba con la ijada, una vara larga en uno de cuyos extremos tenía una punta clavada. El que dirigía el carro llevaba en sus manos los ramales que estaban enganchados, con una especie de garfio, a las fosas nasales de los animales. Tirando del ramal hacía ir a las vacas para un lado o para otro.
A los niños, a falta de bicicletas, patinetes y otros instrumentos, les gustaba subir a los carros con sus abuelos, padres u otros parientes, cuando iban a realizar algún trabajo.
Las vacas, con las melenas sobre su rostro para evitar a las moscas y otras molestias, iban bien amarradas al yugo con las correas y el yugo bien atado a la viga del carro. Solamente así podían arrastrar con fuerza el carro que, en ocasiones, iba cargado con mucho peso.
En la imagen un carro pasando por la calle en un pueblo de la comarca de Benavente. Calle sin asfaltar y con casas de adobe y tapial. Las grandes ruedas con sus aros de hierro erosionaban con frecuencia el pavimento de la calle. Pareces ser que por dicho lugar ya se podía ver el coche Seat 600.
Con él se realizaban parte de las tareas agrícolas: llevar el abono a las tierras antes de la siembra; acarrear la mies y llevarla a las eras para realizar la trilla. Se ponían unas redes de cuerda, para coger más y hacer mejor el transporte; llevar la paja a los pajares que había en la parte de atrás de las viviendas, previa colocación de unos tableros en el mismo; con él se transportaba también el trigo, en costales o sacos, desde la era hasta la paneras o sobrados de las casas, etc.
Y cuando en la comarca se celebraba alguna romería se acudía con los carros cargados de gente, junto con la comida y demás avituallamiento e impedimenta necesarios para pasar el día.
Las vacas solían andar despacio. Y para que no se detuvieran o fuesen más deprisa se las pinchaba con la ijada, una vara larga en uno de cuyos extremos tenía una punta clavada. El que dirigía el carro llevaba en sus manos los ramales que estaban enganchados, con una especie de garfio, a las fosas nasales de los animales. Tirando del ramal hacía ir a las vacas para un lado o para otro.
A los niños, a falta de bicicletas, patinetes y otros instrumentos, les gustaba subir a los carros con sus abuelos, padres u otros parientes, cuando iban a realizar algún trabajo.
Las vacas, con las melenas sobre su rostro para evitar a las moscas y otras molestias, iban bien amarradas al yugo con las correas y el yugo bien atado a la viga del carro. Solamente así podían arrastrar con fuerza el carro que, en ocasiones, iba cargado con mucho peso.
En la imagen un carro pasando por la calle en un pueblo de la comarca de Benavente. Calle sin asfaltar y con casas de adobe y tapial. Las grandes ruedas con sus aros de hierro erosionaban con frecuencia el pavimento de la calle. Pareces ser que por dicho lugar ya se podía ver el coche Seat 600.
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