La Inmaculada, era la única imagen que se colocada en el monumento que cubría el retablo mayor o central de la iglesia durante el mes de mayo.
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Se encargaban de su colocación, y de otros actos religiosos durante el mes de mayo.
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Mayo es el mes más importante de la primavera. Y, en realidad, es cuando las flores están en pleno vigor. Desde el punto de vista religioso, antiguamente, se le denominaba el mes de María, pues gran parte del culto se centraba en torno a la Virgen. Y en Joarilla, como en otros pueblos, todos los días del mes, por la tarde, se cantaba lo que se denominaba “las flores a María”. A los actos acudían casi todos los vecinos y no podían faltar las Hijas de María, una especie de asociación religiosa juvenil femenina, así conocida y en la que participaban y a la que pertenecían todas las jóvenes.
Ellas eran la que se encargaban de los rezos y cánticos de las “flores a María” y también de todo lo relacionado con la Inmaculada a lo largo del año.
Antes de comenzar este mes colocaban el monumento delante del retablo mayor o central de la iglesia: Una amplia tela blanca y azul, con estrellas doradas, cubría el retablo mayor de la iglesia. En el ángulo superior de la misma una gran corona y, en la parte inferior y central, sobre el altar, la imagen de la Inmaculada, rodeada de flores, como se puede apreciar en la imagen.
Las flores a María eran un conjunto de rezos, oraciones, ruegos y peticiones a ella dirigidas. Y no faltaban algunos cánticos populares muy conocidos por todos los asistentes a los actos que se celebraban. Uno de ellos era el siguiente:
Venid y vamos todos
con flores a porfía,
con flores a María
que Madre nuestra es (bis).
De nuevo aquí nos tienes,
purísima doncella,
más que la luna bella,
postrados a tus pies.
Venid, venid,
venid y vamos todos,
venid, venid,
que Madre nuestra es.
Ellas eran la que se encargaban de los rezos y cánticos de las “flores a María” y también de todo lo relacionado con la Inmaculada a lo largo del año.
Antes de comenzar este mes colocaban el monumento delante del retablo mayor o central de la iglesia: Una amplia tela blanca y azul, con estrellas doradas, cubría el retablo mayor de la iglesia. En el ángulo superior de la misma una gran corona y, en la parte inferior y central, sobre el altar, la imagen de la Inmaculada, rodeada de flores, como se puede apreciar en la imagen.
Las flores a María eran un conjunto de rezos, oraciones, ruegos y peticiones a ella dirigidas. Y no faltaban algunos cánticos populares muy conocidos por todos los asistentes a los actos que se celebraban. Uno de ellos era el siguiente:
Venid y vamos todos
con flores a porfía,
con flores a María
que Madre nuestra es (bis).
De nuevo aquí nos tienes,
purísima doncella,
más que la luna bella,
postrados a tus pies.
Venid, venid,
venid y vamos todos,
venid, venid,
que Madre nuestra es.
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