sábado, 18 de agosto de 2012

La señora Eladia, la panadera de Joarilla.



1.- Vivía en la calle san Miguel, para algunos  la calle del Cementerio, exactamente frente al lugar en el que comienza la calle de El Chopo. Y allí mismo, en una casa de tapial revestida de capacho, tenía la panadería. Casa con poca fachada, tan sólo tenía la puerta y una ventana, aunque sí de bastante profundidad. 
De hecho, el entrar en ella, por un largo y estrecho pasillo se iba a la parte de atrás, en donde, no lejos del corral, se encontraba el horno de amasar el pan. En el pasillo había otra puerta que daba acceso a una alcoba.
En la década de 1940, la señora Eladia era conocida como la Panadera. Estuvo casada con Pedro Calvo y tuvieron 6 hijos: Avelina, Antonio y Artemio, ya fallecidos, y Anuncia, Aldegunda y Pedro, que viven y residen fuera del pueblo.
A su panadería acudían diariamente con el escriño de harina varios vecinos para hacer el pan de la semana, aquellas hogazas de buen ver y larga conservación. Como el molinero y la maquila, vivía la panadera y su extensa familia, pues ella se quedaba con parte del pan cocido Pero llegó un momento en el que su trabajo, con ayuda de los hijos, se convirtió en un oficio consistente en fabricar el pan y venderlo en su pueblo y en los pueblos próximos. Todos los días, alguno de sus hijos, cargaba en el carro de varas, panes pequeños o grandes, y algunas tortas, que habían elaborado muy de mañana en el horno de casa.  Así podía comer toda la familia y vivir más o menos dignamente.
El horno era casero y no muy grande, de ahí que tuviera que amasar y cocer más de una vez al día, según la demanda. En la parte baja se metía la leña: palos, ramas secas, troncos que, una vez encendidos, calentaban la parte superior, abovedada y con piso de cemento y baldosas, sobre el que se colocaban los panes y tortas. O los dulces: mariquitas, pastas, borrachos, etc. que también se hacían allí.
En el mismo local se encontraba la masera, en la que se preparaba la masa, y una bregadora por si se hacía pan bregado, aunque predominaba la manualidad, los brazos de la señora Eladia e hijos estaban acostumbrados a mucha brega. No lejos de la boca del horno estaban las palas y otros utensilios necesarios para limpiar el horno y sacar o meter los panes.
La señora Eladia no era natural de Joarilla, pero sí lo era su marido Pedro Calvo. Ella procedía de Ceínos,  uno de los pueblos de la Tierra de Campos, en la provincia de Valladolid, a los que, por aquellos años, quienes lo necesitaban, bien de Joarilla o de otros pueblos, iban a “hacer el verano”, así se decía cuando se ausentaban, en esta época del año, en busca de trabajo.  En Ceínos Pedro conoció a la Sra. Eladia, con la que se casó y poco después se establecieron en Joarilla. Y si pusieron el horno fue para poder vivir algo mejor y poder alimentar y sacar adelante a sus hijos. Eran aquellos unos años difíciles, llenos de penurias, necesidades y otros problemas, generados después de finalizar la Guerra Civil.
Pero, por lo que he podido comprobar y me han contado, la señora Eladia, de estatura alta y de gran complexión, era una mujer valiente y luchadora, capaz de sacar adelante a su familia, en medio de las dificultades.
Personalmente, de pequeño, con 6 o 7 años de edad, recuerdo haber oído hablar muchas veces de la Panadera, la señora Eladia, e incluso haber ido con algún familiar al horno a por el pan, o a ver hacer cómo hacía las mariquitas (mantecadas)  y las pastas de la abuela Anastasia. Pero ahora me he dado cuenta de que allí nunca vi al panadero, su marido, Pedro Calvo, ni se hablaba de él.
Estos días, al leer la prensa leonesa, he sabido que Pedro Calvo es uno de los tres vecinos de Joarilla, represaliados y asesinados durante la guerra civil, y que, los de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, intentan exhumar de una fosa localizada en un paraje situado entre los pueblos de Grajal de Campos y Escobar.
Si la localización y posterior exhumación se lleva a cabo, aunque hayan pasado ya muchos años, los hijos de la señora Eladia que aún viven, podrán enterrar dignamente dónde y cómo ellos quieran los restos de su padre Pedro, que un día desapareció.
La señora Eladia que, además de ser buena persona, hacía buen pan, un alimento básico y necesario, nos hace pensar también en las bondades de su marido Pedro, que pronto pasó al olvido de todos, por haber sido una víctima más del odio y resentimiento generado por un conflicto bélico que ojalá no vuelva a ocurrir. 

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A falta de imágenes sobre la señora Eladia y su panadería, publicamos aquí algunas muy parecidas, aunque pertenecen al horno antiguo de Isaías, en el pueblo de Burganes de Valverde, de la comarca de Benavente, y en el que, en la actualidad, de vez en cuando, hacen pan.

Parte posterior del horno, que da al patio o corral de la casa.
Boca del horno por donde, con las palas, se introducen los panes o dulces, para su cocción.
La masera con la masa fermentando antes de preparar los panes.
Hogaza parecida a las que cocía la señora Eladia.
Palas de madera y metal utilizadas en el horno.

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