Varios días a la semana llegaba a
Joarilla procedente de Sahagún el fresquero. Y lo hacía en bicicleta, con la
caja del pescado en el portaequipajes de la misma. Se trataba de una caja de
madera, con tablas y de abertura fácil. Dentro de ella el pescado de ese día
entre abundante hielo, para su conservación y mejor venta: chicharros, sardinas
y sable eran los más corrientes y los que más se vendían. A veces aparecía entre
el hielo alguna merluza o congrio, que, en muchos casos, eran encargos
concretos para alguna familia con más posibilidades económicas, que no
gastronómicas. Las cajas no eran muy grandes, lo suficiente para su transporte
en bicicleta desde la estación del norte en Sahagún hasta el pueblo al que ese
día le tocase ir, pues no siempre iba al mismo. Había que atender a la
clientela.
El pescado llegaba a Sahagún, muy
de mañana, en un tren de mercancías procedente de Asturias o Galicia. Allí le
esperaban los fresqueros que cogían sus cajas y se distribuían por toda la comarca.
Pero no a todos los pueblos, ni todos los días, llegaba el fresco, así se decía
del pescado. Por eso la venta no era difícil, ni tampoco cara, pues las especies
que se vendía eran de las más baratas.
Al llegar a la plaza el fresquero
tocaba la corneta y rápidamente se corría la voz entre los vecinos: “Ya ha llegado el fresco” se decía. O “el fresquero está en la calle del Puente,
en casa de la señora Ramona” etc. Y es que también, al pasar por las
calles, gritaba: “el fresco, tengo
sardinas, chicharros,…” Incluso llamaba en algunas puertas, cuyos dueños
eran clientes fijos.
Y todo esto al amanecer el día,
para que el frescor mañanero contribuyese a que el hielo aguantase un poco más
los calores que se avecinaban. De otra forma, si ya no había hielo, el producto
tenía peor venta y las moscas y otros insectos podían merodear en su entorno. Pero lo normal era que vendiese la caja entera en cada
pueblo, al que le tocaba ir. Así podía regresar a Sahagún con su bicicleta,
libre de cargas y de pesos, y además con el dinero de la venta, con el que,
además de poder vivir, seguiría comprando
la caja y vendiendo el pescado cada día.
Bicicleta como la que utilizaba el fresquero, con portaequipajes, para transportar la caja de pescado. (Fotos de la web: www.todocolección.net).
Portaequipajes de una vieja biciclceta. |
Las cajas con el pescado con hielo eran semejnates a estas. |
Este era el oficio y forma
de vivir del Fresquero, o Pescadero, que
algunos días de la semana con su bicicleta y la caja de pescado llegaba hasta
Joarilla. Lo conocí también motorizado, con la antigua moto Guzzi, modelo Hispania, en la que
podía transportar hasta dos o tres cajas de pescado y recorrer más pueblos. Sus herederos lo hicieron después ya en
una pequeña furgoneta, hasta que, finalmente, se establecieron, con pescadería,
en Sahagún, desde donde podían atender, al mismo tiempo, a los pueblos de la comarca,
aunque de otra manera, más cómoda, y más de acuerdo con el progreso y los
avances tecnológicos: vehículos, cámara frigorífica, etc.
Y es que, antiguamente, los trabajos
y dificultades en cualquiera de los oficios eran mucho mayores. Pero con el
paso del tiempo y con una mejor educación y preparación, llegó el progreso y
con él también una mejor forma de vida
para las personas.
Me parece excelente estos datos del 'fresquero', que en Matanza de los Oteros decíamos 'pescadero', aunque él no lo hibiera pescado. ¡Qué tiempos aquellos de comer congrio abierto! J. Arce García
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