La "Taqui" abajo, junto al de la gorra y en brazos de Tasina |
Mari Sol me ha enviado de nuevo la fotografía del
año 1954 con los nombres de todas las personas que aparecen en ella. Entre las
personas hay una pequeña perra, llamada Taqui, que hubo y vivió, durante muchos
años, en casa de mis tíos Anastasio y Anselma. Ella va a ser hoy el motivo de
mi comentario.
La "Taqui" era la alegría de la
casa, y también de la huerta, del prado, de la era, etc. etc., pues no otra cosa mostraba siempre a los que vivían en ella y también a
los que llegaban de visita o pasaban cerca cuando se encontraba en la calle o
en el campo. Porque les acompañaba a todos los lugares de trabajo o diversión.
Cuando salían los carros, grande (el de las vacas o mulas) y pequeño (el de
varas que arrastraba el morico) ella se colocaba al lado y los seguía hasta el
lugar de trabajo. Y lo mismo a mis tíos
y primos, siempre que salían de casa hacia la bodega, o la era, o para visitar
a alguien, allí estaba la perrita siempre a su lado. Y es que, juguetona y
nerviosa como era, no podía estar quieta. Además aullaba cada poco ante el
menor ruido o cambio que observase dentro o fuera de la casa.
Si alguien llamaba a la puerta se
oía incluso su “guau, guau…” antes que el golpe del llamador en la misma. Y su
suave ladrido era el primer saludo para los visitantes.
Había otros perros y perras,
grande y pequeños, en el pueblo, pero para esta familia, la Taqui era algo
distinto y especial. Se la quería mucho y se la respetaba, pues se conocían
bien sus reacciones y su forma de actuar. Y es que, a pesar de los ladridos y
enfados aparentes, sobre todo ante los desconocidos, no mordía a nadie por
mucho que fuese su acercamiento a las personas. Personalmente recuerdo que me
lo pasaba muy bien con ella, aunque en los niños suele haber cierto miedo o
reparo. Pero en este caso no, pues su enfado o aparente agresión eran siempre
la señal de un mayor acercamiento a ella.
En la fotografía solamente se ve
de la Taqui su hocico, oreja y algo de su cuerpo. Está en los brazos de Tasina, una de las primas. Se
llevaba muy bien con ella, pero también lo pasaban bien los demás: Angelín,
Candelas, Nieves y, cómo no, el siempre recordado Pepe. Para ellos lo mismo que
para mis tíos Anastasio y Anselma y todos los familiares, la perrita fue
durante muchos años como uno más de esta familia.
Las imágenes, y más si son
antiguas, son vivo reflejo del pasado. He centrado el comentario de hoy en la
perrita “Taqui”, por ser la que más oculta está, hacia el centro de la foto. Y
además tiene su hocico abierto, como queriendo saludar al fotógrafo y llamar la
atención a todos. Otro día comentaré más cosas de esta fotografía, que es muy
sugerente y fácil para el recuerdo.
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