sábado, 19 de julio de 2014

Rincón de Suintila: Juego y Tertulia.



Jugando a las cartas en el Rincón de Suintila y Anastasia. Década de 1940.
En Joarilla, los domingos y días festivos, después de la comida, los hombres generalmente se acercaban hasta el bar El Pollo, que era el único que existía antiguamente, para tomar su café y, si cuadraba, la copa, y jugar la partida. Era normal decir “me voy al bar a jugar la partida”, que solía ser de cartas o dominó.
Las mujeres, sin embargo, se quedaban en casa y hasta pasada la tarde apenas salían de ella. Y, cuando salían, las jóvenes se divertían a su modo. Pero las mayores, viudas o no viudas, todas de luto casi siempre, pasaban gran parte de la tarde, de dichos días, en la calle, sentadas en torno a una mesa, jugando  a las cartas, y al mismo tiempo charlando sobre lo sucedido, o que pudiera suceder en el pueblo o fuera de él. Las noticias se propagaban a través de vendedores, compradores, o personas que viajaban por los pueblos cercanos.
Lo hacían en lugares especiales de algunas calles, más o menos protegidos, que ofreciesen abrigada en invierno y sombra en el verano: solanas, rincones, portalones, etc. En este caso las madres y abuelas está jugando a las cartas en el lugar que todos conocíamos y llamábamos Rincón de Suintila, y también de Anastasia, pues las viviendas de ambas eran las que formaban dicho rincón. Concretamente la puerta y la ventana con rejas que vemos en esta foto eran las de la vivienda de la abuela Anastasia.
Se las ve descansando de sus quehaceres diarios, no sin ocultarnos la misma imagen  alguna de sus penurias pasadas o presentes. Dan la impresión de haber sido mujeres sufridoras, que supieron llevar su vida con esfuerzo y con seriedad y rigor. Por ello también tiene derecho a descansar y jugar a las cartas las tardes de los domingos y días de fiesta.
Hay que destacar la luz y claridad de su rostro y de sus manos, aunque trabajadas, en medio del color negro de los vestidos y el pañuelo de la cabeza que una de ellas lleva. Y hasta el mantel de la mesa es negro.
Respecto al rostro cada una con expresión distinta: sonrisa en María y Suintila; seriedad en Caya, Federica y Obdulia; ausencia, con sufrimiento y dolor, en Críspula y Tertulina. Y la abuela Anastasia que mira hacia abajo, con pequeña sonrisa, como si quisiera pensar o acordarse de algo o de alguien.
Todo esto y más me ha recordado esta imagen, que, junto a muchas más,  aparecerá en el libro de fotos antiguas, que dentro de unos días se presentará en Joarilla.

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