El Abrojal en la parte sur, junto a la calle La Quintana.
La Calle de Las Cruces, sobre la que escribiré en otra ocasión, y que va desde la plaza de la ermita hasta la plaza de la escuela, tiene casas en la parte noroeste, pero en la parte sureste, más al mediodía, lo que hay en casi todo el trayecto, es una tierra que se denomina El Abrojal.
Como ocurría con casi todas las tierras del pueblo, unos años se sembraba de trigo u otros cereales, y otros años no, permanecía en barbecho o descanso..
Cuando estaba en barbecho la tierra se llenaba de abrojos, esta planta de tallos largos y rastreros, hojas compuestas y fruto casi esférico y armado de muchas y fuertes púas. E incluso cuando se sembraba también se llenaba de dicha planta, lo que era muy perjudicial para la siega y para la misma cosecha.
Por el abrojal, estuviese o no sembrado, apenas se podía andar y menos pisar las plantas, pues se exponía uno a los pinchos del abrojo.
El terreno, que está elevado respecto al resto de la calle, ha pasado por distintos dueños. En la actualidad es propiedad de la familia de José Luis, el hijo de Amón (ya fallecido) y de Gloria. En la parte de arriba, al terminar la calle, frente al Mentirón y cerca de la plaza de la Ermita, hace años ya que construyeron un chalet y viven allí José Luis con su madre, su hermano Máximo y su tío Dalmacio.
El chalet está rodeado de un pequeño jardín, un huerto con árboles frutales, y, orientado al mediodía, tienen un palomar, que, con toda seguridad, José Luis atenderá muy bien, y le servirá de distracción y entretenimiento. Esto le permitirá revivir de cerca y recordar sus cacerías de palomas y de no palomas. Y es que estamos ante un experto cazador, yo diría que por nacimiento y por vocación.
El Abrojal era considerado, por entonces, las afueras del pueblo y no sé por qué, pues desde este lugar hasta el centro no hay más de 200 metros. Incluso la plaza de la Escuela y ahora el mismo Ayuntamiento están a poco más de 50 o 60. Estoy seguro de que la culpa la tenían los abrojos, cuyos pinchos casi todos, de niños, habían probado y su picor no les había dejado un buen recuerdo.
Ahora está sembrado de avena y, a pesar de que la cosecha de cereal este año parece ser que es buena, el abrojal sigue sin destacar por su producción y en ello puede influir hasta su fama.
Vista del Abrojal desde la parte oeste de la calle de Las Cruces.
La Calle de Las Cruces, sobre la que escribiré en otra ocasión, y que va desde la plaza de la ermita hasta la plaza de la escuela, tiene casas en la parte noroeste, pero en la parte sureste, más al mediodía, lo que hay en casi todo el trayecto, es una tierra que se denomina El Abrojal.
La Calle de las Cruces desde la parte baja, cerca de la plaza de le Escuela.
Otra vista de parte de la calle de Las Cruces.
Como ocurría con casi todas las tierras del pueblo, unos años se sembraba de trigo u otros cereales, y otros años no, permanecía en barbecho o descanso..
Cuando estaba en barbecho la tierra se llenaba de abrojos, esta planta de tallos largos y rastreros, hojas compuestas y fruto casi esférico y armado de muchas y fuertes púas. E incluso cuando se sembraba también se llenaba de dicha planta, lo que era muy perjudicial para la siega y para la misma cosecha.
Por el abrojal, estuviese o no sembrado, apenas se podía andar y menos pisar las plantas, pues se exponía uno a los pinchos del abrojo.
El terreno, que está elevado respecto al resto de la calle, ha pasado por distintos dueños. En la actualidad es propiedad de la familia de José Luis, el hijo de Amón (ya fallecido) y de Gloria. En la parte de arriba, al terminar la calle, frente al Mentirón y cerca de la plaza de la Ermita, hace años ya que construyeron un chalet y viven allí José Luis con su madre, su hermano Máximo y su tío Dalmacio.
Al fondo del Abrojal destaca el chalet de José Luis, el hijo de Gloria.
Gloria, la madre de José Luis, sentada en el porche de la casa.
El chalet está rodeado de un pequeño jardín, un huerto con árboles frutales, y, orientado al mediodía, tienen un palomar, que, con toda seguridad, José Luis atenderá muy bien, y le servirá de distracción y entretenimiento. Esto le permitirá revivir de cerca y recordar sus cacerías de palomas y de no palomas. Y es que estamos ante un experto cazador, yo diría que por nacimiento y por vocación.
El Abrojal era considerado, por entonces, las afueras del pueblo y no sé por qué, pues desde este lugar hasta el centro no hay más de 200 metros. Incluso la plaza de la Escuela y ahora el mismo Ayuntamiento están a poco más de 50 o 60. Estoy seguro de que la culpa la tenían los abrojos, cuyos pinchos casi todos, de niños, habían probado y su picor no les había dejado un buen recuerdo.
Ahora está sembrado de avena y, a pesar de que la cosecha de cereal este año parece ser que es buena, el abrojal sigue sin destacar por su producción y en ello puede influir hasta su fama.
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